domingo, 17 de diciembre de 2017

AMOR Y ODIO



    En la actualidad, nuestro nivel de conciencia dominante es dualista, y así, cuando amamos a los blanco, odiamos a lo negro. Pensemos en como se han justificado y se siguen justificando todas las guerras y conflictos violentos. En esta justificación los aspectos más importantes son el amor por algo y el odio a su contrario. Amor a la nación, al pueblo, a la familia, a las diferentes creencias religiosas y políticas.

  Si pensamos en las relaciones con la Naturaleza, nos encontramos con que si amamos los días soleados, odiamos los días nubosos. Si amamos los días cálidos, odiamos los días frío, etc, etc. De esta manera rechazamos el natural fluir de la Naturaleza y por lo tanto no podemos armonizar con ese fluir. 

  Cuando valoramos mucho el amor por la patria, por la familia, por las creencias religiosas y políticas,  etc, los aspectos relacionados con la Naturaleza nos importan poco, pues consideramos que lo que realmente importa es el amor por nuestros semejantes. De nuevo el dualismo dirige nuestra vida, y de nuevo nos encontramos incapacitados para ver que la Naturaleza y el Hombre son una misma cosa, son una unidad, y que por lo tanto, amar de una manera diferente a la Naturaleza y al Hombre es un obstáculo para la armonía con el natural fluir cosas de las cosas, y son un divorcio del Hombre consigo mismo. 

   En lo relativo al amor por los demás, en especial en el amor por nuestros seres queridos, el dualismo amor-odio es el que nos domina. Amamos a nuestros seres queridos y no podemos evitar odia a todos aquellos que puedan ser un peligro para ellos o bien a aquellos que les causen cualquier tipo de daño o sean un obstáculo para que consigan sus deseos. 

   Pero nuestro dualismo tiene otras consecuencias.
Amamos a nuestros seres queridos y luchamos para protegerles, para ayudarles, para que tengan cuanto necesitan y desean, y con estas luchas por darles lo que creemos que es el cielo contribuimos a crear los infiernos de los que queremos librarles. 

   Nuestro dualismo nos produce dos actitudes diferentes. Una nos lleva a creer que el amor puede y debe vencer al odio. Quien sigue esta creencia pone toda su energía en amar a los demás y en evitar sentir odia, y fracasa, pues sólo superando nuestra visión dualista dejaremos de odiar,  superar esta visión no es una cuestión de voluntad, sino que es un proceso espiritual que requiere tiempo, comprensión profunda y liberación de nuestros deseos. 

  La segunda actitud es la más frecuente y nos lleva a creer que es bueno amar a unas cosas y odiar a otras, es decir, nos lleva a amar a todo aquello que consideramos bueno y a odia todo aquello que consideramos malo. Aquí surgen los principios del Bien y del Mal. Sin embargo, ¿qué es el Bien? ¿Qué es el Mal?. A este respecto existen muchas respuestas, lo cual nos dice que no existe el acuerdo. Si somos sinceros con nosotros mismos, veremos que en el práctica consideramos Bueno a todo aquello que nos facilita la consecución de nuestros deseos, y Malo a todo aquello que la dificulta o la impide. Con lo cual, no sólo somos prisioneros del dualismo, sino también de nuestros deseos. 

   Puede que entendamos que el no-dualismo es mejor que el dualismo, y puede que al ver que somos dualistas nos sintamos culpables, o nos sintamos incapaces de superar nuestro dualismo. Yo creo que lo que realmente importa es avanzar en nuestra comprensión de las cosas, pues es con una comprensión profunda que vaya más allá de los conceptos mentales y de las emociones con la que podremos liberarnos, tanto de nuestro dualismo, como de nuestro odio, como de nuestros sentimientos de culpa. 

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