viernes, 21 de octubre de 2016

RELACIONES SOCIALES Y LIBERTAD



  En las relaciones sociales y personales, sólo existen dos situaciones en las que el individuo puede ser libre. 

  * Cuando existe afinidad entre las partes. En esta situación, el individuo puede expresarse libremente, puede compartir con los demás lo que lleva dentro, lo que más le llena y satisface. Esta satisfacción le lleva a no pedir nada a sus afines, y ellos, llevados por la misma satisfacción, tampoco le piden nada. Estas satisfacciones y esta libertad lleva a las personas afines a desarrollar sentimientos de simpatía  y de afecto, sentimientos donde el amor nunca es deseo. 


* Cuando las partes se aceptan mutuamente como son. En esta situación nadie pide nada a nadie, pues a cada uno le basta con lo que el otro o los otros son y le dan. De estas relaciones de satisfacción y libertad nacen sentimientos amistosos y amorosos, y aquí nunca se confunde el amor con el deseo. 


    El obstáculo a cualquiera de estos dos tipos de relaciones libres son los deseos de conseguir que los demás nos den determinadas cosas o piensen y se comporten de determinadas maneras, sobre todo cuando a esos deseos les llamamos necesidades o derechos. No hay nada que impida y que rompa más relaciones amistosas y amorosas que los deseos disfrazados de necesidades y de derechos. 

  
   El no conseguir nuestras "necesidades" y "derechos" no sólo nos ata a nuestros deseos, sino que también nos lleva a no respetar la libertad de los demás. Así, cada "necesidad" o "derecho" que el otro o los otros no nos conceden los convertimos en una acusación privada y muchas veces pública contra ellos. Y así, en vez de limitarnos a defender nuestra libertad de los deseos y exigencias de los demás poniéndoles límites o distancias, vamos por la vida y nos presentamos ante los demás, cargados de "necesidades", de "derechos", de "razón", de frustración y de cadenas. 



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