domingo, 30 de octubre de 2016
EL CUARTO DESEO
El Viejo Mago concedía sus deseos a todos aquellos que no los usarían para dañar a los demás ni a sí mismos, y como además era sabio, nunca se equivocaba, le bastaba observar a la persona durante unos minutos.
Juan fue a verle convencido de que sus deseos y su persona reunían los requisitos que el Viejo Mago exigía. Tras examinar a Juan el Viejo Mago le preguntó:
-¿Cuál es tu primer deseo?
- Quiero tener buena salud.
-Concedido. Veamos cual es tu segundo deseo.
-Quiero tener dinero suficiente para vivir bien sin tener que trabajar.
-También te lo concedo. Veamos cual es tu tercer deseo.
- Estoy enamorado de una mujer, pero ella no lo está de mí, quisiera que me amara.
-Te lo concedo porque creo que ella, una vez que te conozca, estará muy contenta de amarte.
Juan guardó silencio, y el Viejo Mago le dijo:
-No te reprimas, yo concedo más de tres deseos.
-Quisiera ser totalmente libre.
-Ese deseo también puedo concedértelo, pero tendría que quitarte los otros tres.
-¿Por qué? -preguntó Juan defraudado.
- Porque si te concedo buena salud te atarás al deseo de ser inmortal. Si te concedo el dinero que me pides te atarás a las comodidades al deseo de poseerlo. Y se te concedo el deseo de ser amado te atarás al cariño que sentirás por tu amada y sólo querrás disfrutar de los placeres de vuestro amor. Tómate el tiempo que necesites para decidir, y cuando lo hayas hecho vuelve a verme.
-¿Algún consejo? -Preguntó Juan tristemente.
-Sí, que para conseguir la libertad no necesitas recurrir a ningún mago, la puedes conseguir por tí mismo.
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