jueves, 20 de octubre de 2016

EVOLUCIÓN ESPIRITUAL


   En nuestro camino espiritual nos encontramos con lastres y con alas. En nuestra visión dualista, vemos a los lastres como algo doloroso y por lo tanto los rechazamos, y vemos a las alas como algo gozoso y por lo tanto las buscamos con afán.

   Sin embargo, sin la tensión que se genera entre nuestros lastres y nuestras alas no es posible la evolución espiritual, pues sólo en esa tensión existe la energía necesaria para que se liberen de nuestro interior cada uno de los aspectos de nuestra esencia y se muestren en nuestra conciencia.

    Nuestros lastres son básicamente tres:

  * Los deseos que nos encadenas. 
  
  * Los apegos. 

  * Los miedos. 

   Necesitamos identificarlos claramente. Hay quienes elaboran diversas estrategias para luchar con ellos y para conseguir erradicarlos. Yo pienso que toda lucha acaba en derrota, unas veces porque nos vence aquello contra lo que luchamos, otras porque al pasar el tiempo y no no conseguir derrotarlo nos frustramos, y otras porque nos esclavizamos a todo lo que tenemos que hace para conseguir la victoria. 

   Por eso, yo creo que una vez identificados nuestros lastres se trata de observar sus raíces, cual es su tronco, cuales son sus ramas y como nos afecta el conjunto del árbol. 

    Creo también que hemos de evitar el justificarlos o el condenarlos, si no que hemos de permitir que fluyan dentro de nosotros. Las cosas sólo empiezan a debilitarse cuando se han desarrollado plenamente. La calma sólo vuelve tras el agotamiento de la tormenta. 

   Nuestras alas consisten en todo aquello en lo que se mezclan nuestros gozos y plenitudes interiores con las sensaciones de liberación y de armonía. Creo que aquí el camino consiste sencillamente en cultivar esos aspectos interiores. 

   Permitamos que se produzca la tensión entre los lastres y las alas, confiemos en nuestra visión interior, y dejemos que el tiempo actúe, y mientras tanto, vivamos con plena conciencia cada situación del presente. Creo que todo lo demás son complejidades que impiden que alcancemos la serenidad necesaria para ver las cosas con claridad.


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