Así es el interior de la persona
que ha madurado espiritualmente.
Sus frutos alimentan a quien los quiere,
y para todos dejan simiente.
En otoño maduran muchos frutos
como culminación natural del verano,
como un regalo para el invierno
de la Madre Tierra y del Padre Cielo.
El otoño es también época de siembra
de los cereales,
es la sementera.
En el otoño, el ciclo acaba y comienza.
Todo cambia,
todo vuelve a su tiempo,
todo es semilla y fruto
de lo eterno.
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