Cuando creemos que una idea, que una solución, que una alternativa, es la mejor o la única verdadera, tendemos a confiar en aquellas personas que las defienden, que luchan por ellas.
Sin embargo, con mucha frecuencia, esas personas nos decepcionan con unos comportamientos que no están a la altura de quello que dicen defender, y nosotros mismos no siempre estamos a la altura de aquello que creemos que es lo mejor para nosotros o para el bien común.
¿Dónde reside la contradicción anterior?
A mi modo de ver, la contradicción se debe al desprecio que nuestras creencias e ilusiones sienten por la realidad de las cosas, de las personas, de nuestra propia realidad. Así, nuestras creencias e ilusiones, al despreciar a las diferentes realidades también se imaginan unas realidades donde conseguir lo soñado es posible, y cuando la ilusión choca con la realidad se produce la decepción. En suma, unas veces no vemos las realidades del mundo que nos rodea, otras veces no vemos las resistencias interiores que existen dentro de cada persona, y otras veces no vemos las realidades de las verdaderas intenciones de cada cual.
Así, las bases para una confianza sólida y sin ilusiones residen en la comprensión y en la aceptación de las diferentes realidades en las que en cada momento estamos inmersos.
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