Bajo el cielo, las duras piedras,
trabajosa y costosamente levantadas
para que el Hombre
defendienda e imponga creencias.
Piedras labradas que siguen siendo admiradas.
Bajo el cielo, en flexible calma,
las hondas y pacíficas miradas
que no tienen creencias,
porque tienen sus propias alas.
En el suelo, la Gran Madre
espera paciente.
Todos a Ella regresamos,
pero antes sólo se libera
quien la comprende y la acepta.
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