El precio que cada cual está dispuesto a pagar por el poder, y el uso que cada cual hace de él,
dependen de sus niveles de conciencia y de sus circunstancias, y nadie sabe como adecuar esos niveles al poder del que en cada momento llega a disponer.
En cuanto a las consecuencias nadie las puede prever, y por lo tanto, con mucha frecuencia, tampoco se pueden controlar.
Por otra parte quien recurre al poder,
sus actos están impulsados por la esperanza
de lo que puede conseguir con ellos.
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