Aunque nos guiemos por las buenas intenciones
y por las sabidurías que hallamos y conocemos,
siempre nos ven, y nos vemos,
con carecencias y con defectos.
La perfección es uno de los ideales del ego.
La conciencia se atiene a las realidades
y por ello no tiene ideales,
y nos muestra las sendas de los flujos naturales,
y en ellas, serena y sencillamente,
somos caminantes.
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