El Hombre se va por las ramas cuando está confuso, cuando no sabe o no quiere afrontar la realidad, para todo aquello que no quiere aclarar y para muchas cosas que quiere disfrazar, disimular u ocultar.
El pájaro no se va por las ramas, se posa en ellas, y lo hace para todo aquello que es vital, tanto para él, como debería serlo para el Hombre:
Para descansar, para otear en busca de comida, para ponerse a salvo, para estas a solas con su libertad, para alegre a solas o a coro, para tomar el sol, para hacer su nido, para buscar cobijo frente al viento y al frío, para dormir y para despertar cantando al alba.
Hay poco que discurrir y poco que debatir, para ver claro que en cuestión de ramar y de ser prácticos, el pájaro es mucho más sabio.
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