A veces,
estando a solas,
en nuestra vida interna
es como si nada existiera fuera.
Pero la realidad,
siempre llama a nuestra puerta,
y nos ponemos alerta.
Casi siempre
respondemos con creencias,
pero a veces,
la realidad nos despierta
y su armonía nos libera.
Si no lo hace,
es que sólo vemos su apariencia.
Miramos al pájaro y vemos que se trata de un jilguero, pero no nos importa conocer ni comprender lo que hay debajo de sus plumas, nosotros sólo vamos a lo nuestro y lo único que nos importa es que se trata de un pájaro bello.
Miramos a la hierba, pero al admirar al bello jilguero, ¿realmente la vemos? Como sólo vamos a la nuestra, sólo nos importa que es verde y que es fresca, y como es tan abundante no reparamos en ella, es sólo un decorado agradable que hay detrás de aquello que provoca nuestro interés.
Centrados en las sensaciones que nos produce el jilguero, no vemos las relaciones entre él y la hierba, ni entre ellos y todo aquello de lo que forman parte.
¿Y quien se ha fijado en lo que nos permite ver la belleza del jilguero?
Si no prestamos atención a todas las relaciones, no comprendemos, miramos pero no vemos, dormimos creyendo estar despiertos. Pero sentiremos, pensaremos, crearemos creencias, miraremos, buscaremos y lucharemos, pero sólo para conseguir nuestros deseos. Nunca satisfechos, seguiremos caminando dando palos de ciego, obsesionados y esclavos, buscando sólo lo placentero y lo bello.
Sencillos y seremos, usemos la mirada para penetrar dentrás de la belleza, pues detrás de ella y en todo lo que la enmarca y en todo lo que la afea, están las respuestan que satisfacen, armonizan y liberan.
Para el Hombre, los pies en el suelo es lo seguro y lo sensato, y también la utilidad, el beneficio y el trabajo. Pies que al peso del suelo le atan, y por ello el Hombre, en sus sueños anhela volar como los pájaros. Anhela, pero tiene la creencias de que la realidad es tener los pies en la tierra, y así, para volar recurre al metal, a la tela y a la inteligencia, pero sólo sabe volar con ellas.
Para los pájaros, lo seguro es el árbol, la libertad del vuelo es lo sensato, y como no buscan los beneficios, tampoco sufren la cadenas del trabajo. Para ellos el suelo es la Madre Tierra y la verde hierba, que generosas, les alimentan. Les piden plumas, picos y patas, pero no les exigen ni creencias, ni ilusiones, ni cuentas. Y ellos, libres, viven sus vidas fieles a sus alas y a la esencia que hace claras a sus miradas.
El Hombre se va por las ramas cuando está confuso, cuando no sabe o no quiere afrontar la realidad, para todo aquello que no quiere aclarar y para muchas cosas que quiere disfrazar, disimular u ocultar.
El pájaro no se va por las ramas, se posa en ellas, y lo hace para todo aquello que es vital, tanto para él, como debería serlo para el Hombre:
Para descansar, para otear en busca de comida, para ponerse a salvo, para estas a solas con su libertad, para alegre a solas o a coro, para tomar el sol, para hacer su nido, para buscar cobijo frente al viento y al frío, para dormir y para despertar cantando al alba.
Hay poco que discurrir y poco que debatir, para ver claro que en cuestión de ramar y de ser prácticos, el pájaro es mucho más sabio.
Entre la luz del Sol,
la que el Cielo nos regala
luminosa, limpia,
tan cercana y para ver
hasta donde los vuelos alcanzan.
Y esa otra luz, la de la comprensión interior,
la que sólo requiere de la serena penumbra,
de la libertad y de la soledad silenciosa.
Con qué sencillez las miradas son sabias.
Esencia creadora,
impulso vital,
cuidado maternal,
el Tao y su obra.
Se cierra para gestar.
Se abre para alumbrar.
Abiertas las alas y las hojas,
así reciben graciosas,
lo que el Cielo les dona:
Energía luminosa,
libre y generosa,
esencia de todas las cosas.
No les importa su tamaño,
les basta con la luz del sol,
con ella les sobra el valor
para desde el humilde suelo,
con la libertad en el pecho,
plantarle cara a lo adverso
y luego,
¡Levantar el vuelo!
Aunque la vida del Ser Humano forma parte del flujo general de la vida, del ritmo del Tao, hay dos aspectos de este flujo sobre los que merece la pena fijarse:
1º)Recibimos, usamos, reelaboramos y después compartimos.
*Recibimos cosas de todas partes y a través de diversos caminos, o a través de diversos medios que nosotros mismos utilizamos.
*Lo recibido lo usamos para nuestras propias necesidades, para nuestras satisfaccciones, placeres, deseos, y sobre todo, para seguir nuestro propio camino.
Los dos aspectos anteriores son algo totalmente natural, y que además consideramos como normal. Ahora bien, si el flujo de lo recibido se detiene en el uso que hacemos de ello solamente para nuestro propio provecho, por muy espiritual que consideremos ese provecho, entonces entramos en una situación de poseer, de dominar, de bloquear, en suma, de impedir que el flujo natural continúe.
Para que el flujo continúe y sea armónico, se tienen que producir los dos pasos siguientes, unos pasos que se tienen que dar, no como fruto de un deber moral, sino como fruto de una comprensión libre y saia de como funciona el flujo natural:
*Reelaborar, crear. Cada uno de nosotros tiene sus propias creencias, sus propias inclinaciones, sus propios impulsos y sus propias capacidades, así como sus propias libertades, a la hora de reelaborar y de crear, y además, todo eso a cada uno le produce sus propias satisfacciones.
*Dar o compartir. Lo que reelaboramos y creamos tiene su propia utilidad para nosotros, nos produce unas satisfacciones, pero el ciclo del flujo natural y armónico no se completa hasta que no damos o compartimos lo que hemos reelaborado y creado en nuestro interior o con nuestras manos, pues entonces es cuando realmente hemos devuelto al Universo lo que recibimos de Él, y así el ciclo se cierra una y otra vez sobre sí mismo, y así la vida sigue fluyendo sin cesar.
2º) Nos abrimos, captamos, comprendemos y después damos y compartimos.
Nos abrimos libre y gustosamente a nuestra conciencia y al mundo que nos rodea, captamos todos los mensajes, y con todo ello comprendemos la realidad armónica del flujo natural. Lo comprendido es como lo reelaborado, como lo creado, que sólo está completo si lo damos, si lo compartimos, pues así es como le devolvemos al Universo lo que hemos recibido de Él, y así el ciclo se cierra sobre sí msmo, y así la vida y la sabiduría singuen fluyendo sin cesar.
La Grandeza, siempre florece,
allí donde se encuentre.
La Humildad empieza siendo pequeña,
usa los errores propios
como libro y escuela.
Los errores de los otros,
ni los airea ni los condenas,
y de sí misma maestra,
escarmienta en cabeza ajena.
Así va alcanzando la Grandeza,
pero sólo la ven los ojos
de quienes la miran de cerca.
Se trata de la flor y de las semillas del diente de león.
Todo lo que tiene un principio, tiene un fín.
En medio está lo que sabemos e ignoramos,
lo que decimos y lo que callamos,
y está el flujo del pensar, del sentir, del intuir.
Los pensamientos y los silencios
los dejo a la intuición de cada uno.
Blanco
y
negro.
Grande
y
pequeño.
¿Dónde están las diferencias?
Ambos tienen alas,
ambos vuelan con ellas.
A ambos los miran
los ojos y las conciencias.
Quien armoniza se libera
y deja de hacer diferencias.
No está cumpliendo condena,
pero está condenada a vivir en cárcel tan estrecha.
No ha cometido delitos, ni faltas, ni ofensas,
está presa su su canto, por su carne por su plumas bellas.
Pena por no ser libre, pena que alivia las penas ajenas.
Su carcelero, la cuida, la protege, la alimenta,
tiernamente la ama, perso poseyéndola.
Como tantas bondadosas gentes hacen cuando aman,
como tantos soñadores hacen cuando su sueño alcanzan.
Perdiz enjaulada:
¡GRACIAS!
De todos aquellos que compren tus enseñanzas.
La planta silvestre, suave a la vista y al taco,
tiene la fortuna, y nosotros el gozo,
de que su oro floral es menos codiciado
que el oro metálico, duro y pesado.
Oro amonedado,
que arrogante reina
en las vanidades, en las seducciones,
en las avaricias, en las traiciones.
Oro atesorado,
que le entrega
sus fuerzas y sus cadenas,
a las poderosas y tiranas manos.
Oro ligero y floreado,
vital, sencillo y soleado,
un alegre y gran regalo
que a todos nos hace el campo.
*Dicen que el tiempo vuela, pero los pájaros, tras volar resposan, observan y meditan.
*Tiempo para perderlo y para encontrarlo. Darle tiempo al tiempo. Un tiempo para cada cosas, cada cosa a su tiempo.
*Tiempo para meditar sobre qué hacer con nuestro tiempo.
*Podemos usar el tiempo para conseguir lo deseado y para que se cumplan los sueños y las esperanzas.
*También podemos usar el tiempo para aprender y para madurar.
*O bien, podemos buscar la armonía y no usar el tiempo, sino permitir que el tiempo haga que cada cosa ocupe su lugar natural.
*Y también podemos buscar la manera de vivir en el presente continuo del flujo de la vida y aprender a danzar al ritmo de la música que emana del flujo natural de las cosas.
Cada opción que tomemos tendrá sus consecuencias, y necesitaremos tiempo para reflexionar sobre ellas, junto al tiempo también tenemos libertad y conciencia.
Sencillez serena,
inocente, tierna.
Ante lo artificial:
Ni apariencia
ni dizfraz.
Sólo actitud natual,
armonía sin más.
