lunes, 18 de noviembre de 2019

EL CUENTO DEL MERCADO DE LAS ILUSIONES

     La bella e ideal ilusión

  La dura realidad con la que se encuentran los ilusionados

   -Profesor, hay quien dice que el mundo es un gran mercado en el que todo se puede comprar y vender. Y también hay quien dice que todo el mundo tiene un precio. ¿Tú que opinas? -Dijo un alumno.

 -Prefiero contaros un cuento y que saquéis vuestras propias conclusiones. -Dijo el viejo profesor.

  "Hace mucho tiempo, en un país lejano, un viajero estaba recorriendo el país con la intención de conocer todas las cosas interesante que pudiera encontrar. Al cabo de unos días le hablaron del Mercado de las Ilusiones, y le dijeron que no había otro mercado igual en el mundo, así que decidió visitarlo. 

   Cando llegó vio  a mucha gente paseando entre los puestos, y a mucha gente hablando con los vendedores, pero no vio ninguna mercancía y tampoco vio que nadie pagara con dinero, lo cual le sorprendió muchísimo. Continuó observando pero como no había artículos de ninguna clase, se dedicó a escuchar las conversaciones entre los vendedores y los clientes, y se paró delante de un puesto en el que se vendía amor a cambio de libertad. El viajero esperó a que un cliente ultimara su compra y le dijo a la vendedora:

  -Soy extranjero y no se como funciona este mercado, pero estoy interesado en comprar amor. 

 -Muy bien, le puedo encontrar a quien le ame, pero dígame: ¿a cuanta libertad está usted dispuesto a renunciar? -Le dijo la vendedora. 

 -Bueno verá, yo tengo mucha libertad y puedo hacer que quien me ame sea más libre. -Dijo el viajero.

  -No me ha entendido. Aquí a nadie se le ama por la libertad que tiene, ni siquiera por la libertad que pueda dar, aquí se ama a cambio de la libertad a la que usted esté dispuesto a renunciar.
 -Dijo la vendedora, con aire cansado, pues se notaba que había que tenido que explicar eso muchas veces. 

  -Pero eso no es amor verdadero. -Dijo el viajero.

  -Pues claro, en la entrada lo dice bien claro: Mercado de las Ilusiones. -Dijo la vendedora a punto de perder la paciencia. 

  El viajero se dirigió hacia otro puesto en el que se vendía esperanza a cambio de confianza. El viajero le pidió al vendedor que le explicara en que consistían las condiciones, y éste dijo:

  -Usted entrega toda su confianza, y quien la recibe a cambio le ofrece a usted esperanzas, y siempre hay quien le ofrecerá cualquier esperanza a cambio de toda su confianza. -Dijo el vendedor. 

  -No me fío, eso es mucho pedir y no hay ninguna garantía que quien me ofrezca una esperanza luego cumpla con el trato. -Dijo el viajero.

  -Pues esas son las leyes del Mercado de las Ilusiones. Claro que tiene usted otra opción, y se lo digo en confianza, aunque yo salgo perdiendo: En vez de confianza, ofrezca usted una ilusión más grande a quien le ofrece esperanzas, tal vez le convenza. -Dijo el vendedor. 

  El viajero se llevó una nueva sorpresa, pero aumentó su curiosidad, y llegó a un puesto en el que se vendía poder a cambio de libertad, también pidió que le explicaran las condiciones, y el vendedor le dijo:

  -Cuanto más esté usted dispuesto a esclavizarse a su poder, más poder conseguirá, estas son las leyes del Mercado de las Ilusiones. 
 -Dijo el vendedor. 

  -Pero si obtengo mucho poder, también tendré poder para conseguir más poder sin tener que esclavizarme, pues para quien tiene poder todos son ventajas y facilidades. -Dijo el viajero.

  -Como se nota que es usted extranjero, y perdone que se lo diga, también se nota que es usted bastante ingenuo. -Dijo el vendedor.

  El viajero continuó paseando, cada vez más confuso y más curioso, y así llegó a un puesto donde se vendían deseos a cambio de renuncias, y se dedicó a escuchar la conversación entre la vendedora y un cliente, y por esa conversación dedujo que en ese puesto se vendía lo mismo que en cualquier otro lugar, es decir, se vendían unos deseos a cambio de renunciar a otros, o de renunciar a la libertad, o a la conciencia, o a la dignidad, o a desarrollar los propios potenciales...

   En el siguiente puesto se vendía conocimiento a cambio de dolor, y aquí si que se pudo a hablar con la vendedora, la cual le explicó:

  -El conocimiento que aquí vendemos sólo se vende a cambio de dolor. Cuanto más dolor más conocimiento. 

  -Pero hay conocimientos que se pueden obtener sin dolor, incluso de forma sencilla, serena e incluso placentera. -Dijo el viajero. 

  -Si señor, pero ese conocimiento del que usted habla es el conocimiento de las cosas que verdaderamente importan en la vida de toda persona, pero este es el Mercado de las Ilusiones. -Contestó la vendedora. 

  -¿Y entonces por qué compra la gente conocimiento a cambio de dolor? -Preguntó el viajero

  -Porque en mis clientes cuenta más ilusión que el camino que usted dice, ese camino no tiene incentivos para ellos, y la mayoría ni siquiera sabe que existe, por eso están dispuestos a pagar en dolor algo que no es real. -Dijo la vendedora. 

  Después, el viajero se dirigió a un puesto en el que se vendía felicidad a cambio de conflictos. Allí le informaron de que cuantos más conflictos y más riesgos estuviera dispuesto a asumir, mayor sería la felicidad que obtendría a cambio. Y el el viajero se despidió cono un gesto, y en en esos momentos se dio cuenta de que la felicidad, luchar por cualquier felicidad, era la mayor contradicción, la mayor trampa, la mayor ilusión.

  Continuó paseando y encontró a una anciana sentada en un puesto en el que no se vendía nada, y comprendió que ese sería el único puesto en el que podría encontrar lo que más le importaba. Miró a la anciana y ésta le miró a él, y por la mirada de la anciana entendió el misterio: La anciana no vendía nada porque ya no necesitaba nada."

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