martes, 11 de junio de 2019

RELACIONES


  Nos resulta ya muy conocido el principio de que todo está relacionado con todo, que todo depende de todo, que todo influye sobre todo, que todo es influido por todo, e incluso que somos Uno con el Todo. Si embargo, aunque nuestra mente esté de acuerdo con estos principios, nuestra mente tiene la tendencia a que no nos sintamos como una parte más de ese Todo, que no atendamos como el ritmo del Tao y el flujo de la Vida influyen sobre nosotros, como si esas relaciones y aspectos no nos afectaran a nosotros, sino que le afectaran solamente a ese mundo al que consideramos como externo a nosotros.


    Esta insuficiencia de comprensión profunda y cotidiana se debe a que estamos muy ocupados en conseguir nuestros deseos, nuestros placeres y satisfacciones, en solucionar nuestros problemas, en combatir nuestro dolor, en buscar la manera de sentirnos amados, en el mundo de nuestras emociones, en nuestros conceptos morales, en satisfacer nuestras insatisfacciones, en comprender y desarrollar nuestro mundo interior, en especular con los conceptos y con las creencias.

  Estamos tan ocupados en tantas cosas que no tenemos tiempo ni ponemos energía en ser conscientes de nuestras relaciones con lo Divino, en ser conscientes de nuestro lugar en el Universo, en la Naturaleza, en la relación cono la sociedad en general y con quienes nos rodean en particular. No tenemos tiempo ni energía en ver cuales son nuestras verdaderas relaciones con todos esos aspectos, estamos muy ocupados en nosotros mismos, en vivir en nuestra isla particular, en sentirnos seres únicos, especiales, estamos demasiado dominados por nuestro ego, el cual, como el gran farsante que es, nos ha convencido de que él es nuestro verdadero ser. Y mientras estamos tan ocupados, el Tao sigue con su ritmo, la Vida sigue con su flujo natural, y nosotros, de vez en cuando conseguimos algunos momentos de serenidad, de plenitud, de comprensión profunda, de intuición, de armonía, de liberación. 
   

    Ahora, querido lector, una pregunta: ¿En qué situaciones, en qué pensamientos, en qué emociones, en qué estados interiores, consigues esos momentos? Sea cual sea tu respuesta, será la respuesta más importante para tu camino espiritual. 

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