Cada cual tiene su propio concepto de la felicidad, y no voy a exponer el mío pues hay tantos conceptos que eso contribuiría a aumentar la confusión sobre un tema ya muy confuso.
Creo que las alegrías son necesarias, son una energía placentera para seguir cualquier camino espiritual, y sobre todo, están muy presentes en la gran mayoría de estos caminos, especialmente en su forma honda y serena, y sobre todo, creo que se pueden conseguir perfectamente sin tener que buscar la felicidad, es más, creo que cuando no se busca la felicidad, las alegrías que se consiguen están mucho menos rodeadas por el dolor.
Existen las alegrías que producen las cosas sencilla, nuestras aficiones, el desarrollo de nuestros potenciales naturales, nuestras actividades creativas, los regalos que nos da la Naturaleza, el hecho de compartir los frutos de nuestro interior, la compañía de las personas afines a nosotros, la compañía serena y el amor de nuestros seres queridos, nuestra soledad cuando la convertimos en libertad, las alegrías que nos producen nuestra comprensión profunda y los momentos de armonía y de plenitud.
Las alegrías, al igual que la felicidad, no deben ser el objeto de nuestra búsqueda, sino que las alegrías más auténticas, más satisfactorias, más eficaces para combatir el dolor, son la consecuencia de no buscarlas, son las flores que aparecen en nuestro camino mientras caminamos.
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