Ese Misterio, esa Energía, que hace que la materia inerte se mueva, se alimente, sienta, piense y sea consciente.
Ese Universo Divino que produce naturalmente la belleza fértil de tantas flores y de tantos amores, que producen tantos frutos y dejan tantas semillas, y el ciclo sigue.
Ese flujo que eterno emana, ese ritmo que no para; danza, letra y música que queremos dominar. Esa vida entrecruzada con los anhelos y las vivencias de todos los demás. Esa vida en red, esa que de todo depende y a todo hace dependiente. Esa Vida que nos vive, pero que creemos vivir dominados por nuestra ilusa esperanza de dirigir y de controlar.
Esa vida de nubes, de lluvias, de nieves, de ríos y de mares, esa vida que, viento a viento, sol a sol, horizonte a horizonte, de regreso nos trae a la Fuente Original.
Esa Vida que nos entrega la azada y las manos, el agua del riego y la tierra del huerto, y nos lo da sin pedirnos nada a cambio, y así nos da todo lo que necesitamos. Pero, insatisfechos y complejos, siempre estamos buscando más poder, nuevos pastos, y la mágica sabiduría de nuevos sabios, pues todavía nos resultan insuficientes la Vida y sus regalos.
Vuela mariposa,
y pósate en la flor.
Vuela sencillez,
y pósate en el gorrión.
Vuela libertad,
y pósate en el corazón.
Vuela soledad,
y pósate en la aceptación.
Vuela serenidad,
y pósate en la comprensión.
Vuela conciencia,
y pósate en la liberación.
Vuela tú,
porque tienes alas y visión,
porque eres explorador,
vuela, al fondo de todo azul.
El oro del Sol
sobre la flor derramado,
la abeja libando.
No hay más misterio,
todo muy claro
se nos está mostrando.
Aquí se contiene en el fondo y reflejado, la vida y su energía, el sabio conocimiento, la armonía y la liberación.
El de la hoja tierna y lozana,
el que el hambre de todos sacia,
el del huerto, el valle y la montaña,
el que se aviva con la lluvia,
el que con el sol se realza,
el de las alegrías que vuelan y cantan.
Los únicos verdes de un armonioso mañana.
Por las esencias que de todo emanan.
Por la luz de la mañana.
Por la profunda mirada.
Por la conciencia alada.
En el árbol el dorado fruto,
dentro la fértil semilla.
Raíz y sostén de la vida.
Reflejo luminoso y maduro
de toda la sabiduría.
Para la conciencia, salta a la vista.
A la libertad y a la armonía siempre le crecen alas.
A todo lo demás sólo le crecen toda clase de insatisfacciones, de quejas y de justificaciones.
Lo viejo es la torre.
Lo nuevo es la antena.
Torre y antena, dos audiencias, la misma creencia.
Lo eterno es la energía y el ritmo que animan
a la vida y a la libertad alada.
Lo que siempre está,
lo que no depende de audiencias ni de creencias.
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Lo viejo y lo nuevo:
¡Cuántas importancia, cuanto se discute sobre ellos!
¡Cuánto nublan y ciegan a la mente y a la conciencia!
En su nombre se rechaza y se prefiere, se ataca y se defiende.
Pero sólo son dualismos ilusorios de la mente,
cosas que van y vienen,
y que no saben entender, ni entienden,
sobre lo que nunca fue ni será nuevo y nunca fue ni será viejo.
Lo que ahora captas,
lo que ahora intuyes,
lo que ahora sientes,
lo que ahora piensas.
Lo que ya no captas,
lo que ya no intuyes,
lo que ya no sientes,
lo que ya no piensas.
Lo que para al tiempo
y la nube que cabalga en el viento.
El alto de un viajero
y el impulso de un aleteo.
Lo que ignoran las ilusiones,
en lo que no se para la mente.
Que la vida es un instante,
nos lo descubre la muerte.
Instantes sucesivos,
oleadas y ciclos,
los flujos siguen su curso,
el Tao sigue su ritmo.
Un profesor de filosofía iba caminando por el bosque, y como era costumbre en él iba reflexionando acerca de los muchos conceptos filosóficos que conocía. Ese día reflexionaba sobre conceptos como bueno y malo, positivo y negativo, bello y feo, útil e inútil, sobre el centro y los extremos, sobre lo más conveniente en cada caso, y pensó que todo ello se refería a diferentes formas de conseguir deseos y a las consecuencias de cada una de ellas, y tomó conciencia de que estaba atrapado por sus deseos de que las cosas fueran de una manera y no de otra.
Entonces pensó en las diferencias entre tener deseos y no tenerlos, pensó en qué sería lo más sabio, pensó en las consecuencias de seguir cada camino, y ese tipo de pensamientos también le llevó a ser consciente de que estaba atrapado en sus deseos de que su vida fuera de una manera y no de otra.
Y siguió caminando por el bosque, ensimismado, tan ensimismado que no vio a un anciano que venía caminando hacia él, ni tampoco vio una piedra que había en el camino, tropezó con ella y cayó al suelo. El anciano llegó enseguida junto a él y le ayudó a levantarse, y para sorpresa del filósofo le dijo:
-Tiene usted que mirar a las ramas de los árboles, así evitará estas caídas.
El filósofo le tomó por un viejo loco y le replicó:
-Dirá usted que tengo que mirar al suelo, ¿No?
-No señor, tiene usted que mirar a las ramas de los árboles. -insistió el anciano, el cual se alejó dejando al filósofo con la palabra en la boca.
Sin saber por qué, el filósofo se puso a mirar a las ramas de los árboles. Soplaba un poco de viento y las ramas se inclinaban siguiendo la dirección del viento, y en cuanto el viento cesaba las ramas volvían a recuperar su posición original. Entonces el filósofo pensó que cuando el viento soplara en otra dirección, las ramas se inclinarían en esa dirección y cuando cesara volverían a recuperar su posición original. ¡Eureka! ¡Lo encontré! exclamó el filósofo para sus adentros. Pero como profesor de filosofía enseguida se puso a pensar en como explicaría a sus alumnos este descubrimiento sobre la armonía, y poco a poco fue llegando a la conclusión de que no podría hacerlo utilizando los conceptos que conocía. Y entonces fue consciente de la sabiduría del anciano, y siguió caminando, mirando a las ramas y escuchando el rumor del viento en ella, mirando al suelo, mirando el paisaje, mirando a las nubes, mirando a las flores y a las mariposas, escuchando a los pájaros..., mirando y escuchando, liberándose de los conceptos.
La realidad es una, la mariposa. Pero hay muchas especies de mariposas, cada una de las cuales es como una creencia sobre la realidad.
Ahondemos acerca de la realidad y de las creencias. Para ello veamos algunos aspectos sobre los que basar nuestra profundización.
* Supongo que estaremos de acuerdo en que realidad sólo hay una, supongo que nos parecería absurdo el hecho de que existan varias realidades, y más absurdo aún sería suponer que existen tantas realidades como personas o como creencias. Aunque admitamos la posibilidad teórica de que existan varias realidades, si queremos seguir ahondando no podemos caminar por varios caminos diferentes, pues eso nos perdería dentro de un laberinto de conceptos mentales, de emociones y de energías, del que no sabríamos salir.
* Cuando no conocemos algo en su totalidad, aquello que no conocemos lo substituimos por una creencia. Si tomamos conciencia de este hecho, el siguiente paso debería llevarnos a ser conscientes de que hemos de introducir algunas dudas en nuestras creencias. Pero aunque introduzcamos dudas en nuestras creencias no somos capaces de vivir dudando continuamente pues eso nos produce miedos, incertidumbres, desequilibrios, es decir, dolor, y así nos sentimos fuertemente inclinados a buscar certezas, a buscar bases sobre las que asentarnos y sobre las que sentirnos seguros y equilibrados.
* Se supone que realidad sólo hay una, ¿A qué se debe que existan tantas creencias? Ignoro la respuesta completa, aunque creo que se debe al hecho de que existen diferentes niveles de desarrollo en la conciencia. Ahora, tengamos en cuenta algunas consideraciones: Los niveles de realidad, las diferentes vías por las que nos llega la información, las diferentes actitudes que tomamos ante la información recibida. Estos tres aspectos actúan casi siempre como filtros y deformaciones de la realidad y de nuestras creencias sobre ella.
Los niveles de la realidad.- Nuestra capacidad de conocimiento y de comprensión, nuestra conciencia, nos lleva a ver la realidad como formada por varios niveles, que van desde el más superficial al más profundo. Tenemos una capacidad mayor o menor de alcanzar diferente niveles, y tenemos la tendencia a considerar que la realidad consiste en el nivel más profundo al que hemos llegado. Sin embargo, como nuestras capacidades de conocimiento y de comprensión son limitadas, (a no ser que alcancemos la Iluminación), siempre existe un nivel de profundidad al que no llegamos.
Las diferentes vías por las que nos llega la información de la realidad:
Tenemos la vía de los sentidos y de la mente que procesa la información que recibe de los sentidos. Esa información es la que nos permite el que podamos sobrevivir y conseguir muchos de nuestros deseos. Pera muchos, esta es la única realidad, sobre todo cuando esta realidad es ampliada y profundizada por el método científico y por los conocimientos de la ciencia.
Tenemos las verdades rebeladas. Esas verdades que según las religiones, Dios o los dioses le han comunicado al Hombre a través de unos pocos mensajeros a los que suele darse el nombre de profetas, de enviados divinos. Estas verdades son tantas como religiones existen y han existido, y estas verdades son aceptadas por unos y rechazadas por otros. Para el creyente, estas verdades lo son porque en ellas todo encaja perfectamente, para él son explicaciones completas y redondas de la realidad. Como la mente del creyente es dualista, para él estas verdades son la VERDAD, mientras que todas las demás creencias son falsedades, mentiras, ignorancias.
Tenemos los conocimientos y comprensiones transmitidos por los filósofos, por diferentes pensadores y por los sabios, unos conocimientos y comprensiones que nos muestran diferentes visiones de la realidad, aunque muchas veces también nos muestran más similitudes que diferencias. La actitud ante estos conocimientos y comprensiones es diferente: Unas personas las aceptan como si fueran verdades rebeladas por una Mente Superior. Otras dudan o las rechazan. Y están quienes las usan como mapa y como brújula, como base y punto de partida para seguir su propio camino de exploración.
Tenemos los diferentes niveles de conocimiento y comprensión producidos por la propia exploración del individuo. El nivel de realidad alcanzado por esta vía puede llegar a ser el más profundo de todos, pero se requiere receptividad, serenidad, libertar interior, liberarse de los dogmas y límites impuestos por las verdades rebeladas, agudeza de la conciencia, y se requiere tiempo para explorar los diferentes aspectos, tiempo para que madure lo descubierto y se convierta así en comprensión profunda.
Existe la intuición, ese conocimiento y comprensión que nos llega como un rayo de luz repentino, esa bombilla que se enciende sin que sepamos por qué. Es cierto que llega en cualquier momento y sin que sepamos sus causas, pero a mi modo de ver la intuición se ve muy favorecida por la exploración previa, por el anhelo de conocimiento, por el impulso interior que nos lleva a buscar la fusión con la realidad profunda, con la realidad última de las cosas.
Las diferentes actitudes ante la información recibida.
Por un lado, una parte de la información la consideramos importante y la otra de poca importancia o sin importancia. Esto depende de nuestra conciencia y de nuestras circunstancias de cada momento.
En segundo lugar hay una información a la que damos por cierta y otra a la que damos por falsa. Esto depende de nuestros deseos y de nuestra conciencia.
En tercer lugar está nuestra actitud de rechazo y nuestra actitud de credulidad. Rechazamos muchas informaciones, les damos poca importancia o las consideramos falsas, por el hecho de que provengan de determinadas fuentes, es decir, no consideramos las informaciones por ellas mismas, sino por quien las emite. Y de la misma manera, aceptamos por buenas las informaciones que vienen de determinadas fuentes, solamente por el hecho de que provienen de esas fuentes.
En toda época y sociedad, los niveles mayoritarios de conciencia dan lugar a que unas creencias concretas se conviertan en mayoritarias y, por lo tanto, en dominantes. ¿Por qué los actuales niveles de conciencia son lo que son? ¿Por qué los niveles de comprensión de la realidad son los que son? Lo ignoro, sólo se que el Hombre está en evolución, en una evolución que forma parte de la evolución del Universo y de la Naturaleza, y mi creencia, mi convicción profunda y mi intuición, es que esa evolución viene dada por el flujo y el ritmo del Tao.
También creo que, a medida que la profundización es mayor, más cercanas son las diferentes visiones sobre la realidad, y eso incluso aunque se exprese con palabra y conceptos que puedan parecernos diferentes. Las palabras y conceptos son formas de comunicación, y cada época y sociedad tiene su propia forma de comprender la información recibida, y su propia forma de comunicar lo comprendido.
Somos unos seres vivos que tenemos unos sentidos, una mente, unas emociones, unas energías que circulan en nuestro interior, y una conciencia que conoce y comprende, y somo Tao. Como estamos en evolución no hemos desarrollado todas nuestras capacidades, y esa insuficiencia es la que da lugar a las diferentes creencias, da lugar a los problemas, a los dramas, a las tragedias, es también la que nos causa nuestra insatisfacción y todas nuestras formas de sufrimiento. Al final aparece lo más importante: Desarrollar nuestra conciencia y nuestro conocimiento y comprensión de la realidad de tal manera que nos permita dos grandes cosas: Liberarnos de nuestro sufrimiento, y seguir el impulso interno que nos lleva a buscar la fusión con el Tao, con lo Divino.
Según la mitología china, en el Cielo había un melocotonero cuyos melocotones concedían la inmortalidad a aquellos cuya sabiduría les había permitido llegar al Cielo. Así, en muchas imágenes en las que se representa a sabios, vemos a estos con un melocotón en una mano.
Quien lo que más valora es la comprensión profunda, no comete errores, pues haga lo que haga, sienta lo que sienta, piense lo que piense, diga lo que diga, siga el camino que siga, de todo saca conclusiones que aumentan su sabiduría.
Quien lo que más valora son las demás cosas, sus errores son proporcionales a la fuerza con la que desea esas cosas.
Quien no para de explorar en busca de la comprensión profunda, ni es arrogante, ni es loco, ni es estúpido, y no es ninguna de estas tres cosas pues en sus exploraciones siempre acaba por llegar a un punto en el que las reconoce en sí mismo y eso le permite orientar su exploración por camino que le dirigen hacia actitudes sabias y armónicas.
El arrogante es aquel que se cree mejor que los demás. El loco es aquel que se ha divorciado de la realidad en la que vive. El estúpido es el que, aunque sepa conseguir lo que desea, ignora lo que le conviene. El Sabio es aquel que sabe que no existe lo mejor ni lo peor, el que no deja de ahondar en la realidad, y el que sabe vivir en armonía con lo profundo que ha alcanzado a conocer y a comprender.
Los humildes que vemos, casi todos ellos lo son solamente porque no tienen energía o valor para ser otra cosa. Sólo el Sabio es verdaderamente humilde, pues ya no tiene nada que demostrar, no busca a nadie a quien convencer, no busca a nadie a quien vencer, no busca nada que conseguir. Lao Tse decía: El Sabio lo único que desea es no desear.
Escribo esto porque no soy sabio, porque mi comprensión es insuficiente. Escribo esto porque escribir y compartir mis escritos me enriquece y me enseña, y escribo esto porque mi humildad es en realidad una arrogancia disimulada, una arrogancia, que al buscar admiración también me estimula a aprender y a compartir lo que ve aprendiendo. Todo se reduce a caminos y a caminantes, a un Misterioso Horizonte, el cual sólo alcanzamos a intuir.
Tanto para el conjunto de la sociedad, como para la gran mayoría de sus pensadores, filósofos, intelectuales, artistas y líderes de cualquier creencia, así como para la gran mayoría de los individuos, lo fundamental, lo normal y lo natural es conseguir los deseos y guiarse por las creencias y por la moralidad. Se dice que eso es lo que nos hace humanos, y la gran mayoría de los individuos creen que esos tres aspectos son los que forman su identidad, su verdadero ser.
Estos tres aspectos se combinan, se mezclan, se relacionan, crean jerarquía y dependencia, esperanzas y desesperanzas, rechazos y adhesiones, defensa y críticas, pero ni la Divinidad, ni el Universo, ni la Naturaleza, se guían por estos tres aspectos, estos tres aspectos crean un laberinto artificial, difuso y confuso que mantiene atrapados a la mayoría de los individuos en un mundo de luchas, de espejismos, de frustraciones, de insatisfacciones, de dramas y de tragedias, de desorientación, y siempre buscando una puerta de salida, pero no se cuestionan el laberinto, la puerta no aparece, o parece al borde del abismo.
Cuando empezamos a cuestionarnos el laberinto que nos tiene atrapados, ante nosotros aparecen la luz y la voz de nuestra conciencia, aparecen las enseñanzas de la Naturaleza y de los grandes sabios, aparece la intuición sobre nuestra esencia y sobre el Misterio de lo Divino, aparecen los horizontes y los caminos de la liberación y de la armonía.
A mi modo de ver, la plenitud que podemos alcanzar es el grado de armonía que alcancemos con nuestra conciencia, con el Universo, con la Divinidad, con el Uno, con el Tao. Dentro de nosotros existe un estímulo, una intuición profunda, para alcanzar esa plenitud. Cada uno de nosotros siente ese estímulo como una voz que tiene sus propios tonos, sus propios matices y su propia intensidad. Puede resultar difícil de oír pero puede oírse claramente si no la confundimos con la voz de nuestros deseos, de nuestras creencias, de nuestra moralidad, y de nuestras búsquedas de la felicidad.
Esa voz se siente en nuestra soledad serena, en nuestras libertades internas, en nuestras sensaciones de paz, en nuestras sensaciones de plenitud y de armonía, en nuestro contacto directo con nuestra conciencia y con el mundo que nos rodea, en la luz del horizonte hacia el que caminamos, en el rumor del viento, en el canto de los pájaros, en el vuelo de las mariposas que encontramos en el camino.
En nuestro caminar conseguiremos acercarnos más o menos a esa plenitud, pero nuestra verdad interior está en esa búsqueda, una búsqueda que es una exploración que hacemos atravesando la selva de nuestras confusiones, de nuestras esperanzas, de nuestras creencias....
Tengamos muy presente que la plenitud es el síntoma del grado de armonía y de liberación que vamos alcanzando, y se puede presentar en cualquier momento o estar ausente durante un tiempo más o menos largo, pero siempre que se presenta lo hace en forma de alegría serena, de paz interior.
NADA
El vacío abierto,
el infinito sin centro,
el silencio de fondo,
la luz sin conceptos,
la quietud que planea,
el ritmo que danza.
Nada,
la esencia y la potencia de Todo,
la realidad completa,
la Comprensión Suprema.
Sólo tras la confusión viene la comprensión.
