No podemos sentir lo que sienten los demás, por lo tanto tenemos que deducir sus sentimientos de las señales que nos dan o que percibimos en ellos. Debido a ésto, el conocimiento y la comprensión que alcanzamos de los sentimientos de los demás es escaso y con frecuencia erróneo, pero a partir de ese conocimiento tenemos que deducir qué es lo que les gusta y qué es lo que les disguta, y si queremos mantener buenas relaciones con ellos, tenemos que atenernos a esos aspectos.
Por otra parte, nuestros sentimientos, nuestras necesidades, nuestros deseos y creencias, siempre son más importantes para nosotros que los de los demás, y de aquí surgen conflictos, y surgen muchas tensiones internas. De ésta manera, los sentimientos de los demás nos llevan a los nuestros, y con nuestros sentimientos se mezclan las complejidades morales, los deberes sociales, los deseos de evitar los castigos, de ser admirados, premiados y amados.
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