sábado, 20 de junio de 2020

LA QUE NOS RESULTA EXTRAÑA


  Esa que nos resulta extraña es la Naturaleza, a pesar de que somos Naturaleza. 

  Unos ven a la Naturaleza como fuente de alimento y de todo lo necesario para su supervivencia. Otros la ven como fuente de beneficios económicos. Para todos ellos, la Naturaleza es una extraña a la que hay que dominar o de la que hay que protegerse. Nunca la ven como parte de sí mismos, nunca la ven como a la Gran Maestra que realmente es. 

  Los ecologistas la ven como algo a lo que hay que proteger, a lo que hay que salvar, a lo que hay que amar, pero por eso no la ven como parte de sí mismos ni como la Gran Maestra. 

  En los momentos en los que la Naturaleza resulta placentera y bella, la gran mayoría de la gente disfruta con ello, y se limitan a esperar que el disfrute permanezca, y así tampoco se ven como parte de ella, tampoco la ven como la Gran Maestra. 

  Así, el Hombre se ve separado de Ella, se adora así mismo y se refugia en sí mismo. Adora su inteligencia, su capacidad para amar, su moralidad, sus elevados sentimientos. Adora su capacidad para crear civilizaciones, culturas y artes. Adora sus pensamientos hondos y complejos y los descubrimientos de la ciencia. Adora su superioridad frente a todos los seres vivos, se adora a sí mismo porque se cree el ser más digno de la tención y del amor de los dioses y de las diosas. 

  Se refugia en sí mismo, en lo que cree conocer de sí mismo y en lo que le gustaría conocer, en sus razones, en sus emociones y en sus creencias, y en ese refugio queda prisionero de sus tensiones y contradicciones internas, de su dolor y de su búsqueda del placer, prisionero de todo lo que le gustaría tener, ser, conocer y comprender. Y sufre porque no sabe liberarse, y sobre todo, porque no quiere liberarse, no quiere abrirse a la Naturaleza, y en su arrogancia aislada no quiere aprender de Ella. Y prisionero de su aislado refugio, el Hombre pone sus esperanzas en los salvadores externos, en los dioses, en las diosas, en los santos, en los héroes. 

  Y el individuo busca ayuda y refugio en las relaciones sociales, busca el amor, busca el placer, busca escapar del dolor, busca conseguir lo deseado, busca el poder, y de esta manera surgen las contradicciones, las rivalidades, los conflictos, los esfuerzos, los sacrificios, las luchas y, con ellos, los daños y los sufrimientos, y frente a ellos, el individuo culpa a los demás, y se justifica en sus necesidades, en sus razones, en sus sentimientos, en sus sagrados derechos, y recurre a sus quejas lastimeras o choantajistas, a sus ruegos y exigencias, a sus fantasías, a sus sueños y esperanzas. 

  Y así deja fuera y la desprecia o la teme, a la que considera una extrña, a la que es la Gran Maestra. 

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