lunes, 2 de diciembre de 2019

HACIA LA ARMONÍA


   El viejo profesor, Sofía y Clío, se encontraban sentados en unas rocas en pleno bosque, y estaban manteniendo una serena y profunda conversación sobre la armonía con la Naturaleza.

  -Creo que sin armonía con la Naturaleza no podrá haber verdadera armonía social, pero creo que es más fácil que el Hombre empiece por aumentar la armonía social, pues el Hombre se siente más ligado a lo social que a la Naturaleza, por eso, yo creo que en el camino espiritual es muy importante clarificar las posibles actitudes ante lo social. A mi manera de ver, y teniendo en cuenta los actuales niveles de conciencia, los aspectos sociales deben ser regulados por las leyes, y para ello todavía necesitamos al Estado. 
-Dijo Clío. 

 -Sí, ¿pero qué tipo de Estado, qué tipo de leyes? -Preguntó Sofía.

 -Eso siempre lo han decidido las luchas y los conflictos, el Hombre aún no ha aprendido otros caminos. Cuando se intentan producir cambios profundos o crear otros modelos de sociedad, esas alternativas sólo triunfan cuando los niveles de conciencia de la mayoría de la sociedad las prefiere sobre los viejos modelos. A veces los nuevos modelos consiguen ciertas victorias, pero si los niveles de conciencia no aceptan esas alternativas, siempre fracasan. -Dijo Clío. 


  -Viendo lo que decís las dos, y en vista de mis propias reflexiones, para mí la alternativa consiste en el camino hacia la armonía con el flujo natural de las cosas, con el ritmo del Tao, y ese camino tiene que ser necesariamente individual. -Dijo el viejo profesor. 

  -¿Por qué? -Preguntó Sofía.

  -Soy consciente de que la mayoría cree que todo cambio, toda mejora en la sociedad requiere organización, requiere la participación mayoritaria en las luchas, pero eso siempre impide que el individuo se desarrolle plenamente, pues toda organización en nombre de  fines comunes obliga al individuo a plegarse a esos fines, le limita no sólo los actos, sino también le impone las creencias y le limita la exploración libre de la realidad de las cosas, y de esta manera el individuo ni desarrolla su plenitud ni es capaz de alcanzar la comprensión profunda. Es decir, hasta ahora, el Hombre no ha conseguido hacer compatible el bien común de la sociedad con las libertades individuales, así si se pone el énfasis en el bien común (como por ejemplo en las fracasadas sociedades socialistas) siempre es a costa de reducir las libertades individuales, y si se pone el énfasis en las libertades sociales y políticas del individuo, quedan descuidados los aspectos fundamentales del bien común (como por ejemplo en nuestra actual sociedad capitalista, donde la riqueza crea a la pobreza y la pobreza tienen tantas consecuencias trágicas y dolorosas). -Contestó el viejo profesor. 

  -Pero a pesar del fracaso de las sociedades socialistas, a pesar de los fracasos de muchos intentos de imponer el bien común, a pesar de los inconvenientes que tiene para el individuo formar parte de un grupo de luchadores, ningún individuo por sí solo puede cambiar ni mejorar ningún aspecto importante de la sociedad. -Objetó Clío.

 -Tienes toda la razón, por eso los verdaderos cambios y mejoras sólo se producen cuando son mayoría los individuos que han elevado su nivel de conciencia. Sólo en esos momentos las actitudes de los individuos innovadores consiguen que la mayoría de los individuos acepten sus propuestas. Aunque las tragedias y el dolor producen elevaciones de la conciencia, para mí, la forma más eficaz y menos dolorosa de elevar la conciencia es a través del camino espiritual individual. -Dijo el viejo profesor.

  -¿Y como conseguir que los individuos quieran cambiar internamente, quieran elevar su nivel de conciencia libre y gustosamente? - Preguntó Sofía. 

  -Aunque esa es la clave, eso es lo más difícil. Hasta ahora, la mayoría de los individuos se han dedicado a conseguir sus deseos y a solucionar los problemas que la consecución de esos deseos les producen, y en cuanto a la sociedad, sólo ha sabido canalizar estos dos aspectos a través de normas morales y de leyes, de esta manera, al individuo no le queda tiempo ni energía para poner su atención en la búsqueda de la armonía, pues la armonía no está en la moralidad y las leyes sociales son siempre puro artificio pues no no tienen en cuenta a las leyes naturales. Veréis, la vía individual no solamente es la que permite mejorar realmente a las sociedades, es también la que permite el desarrollo espiritual del individuo. Soy muy consciente de que mis ideas están en total minoría y sin posibilidades de que provoquen hondas reflexiones en mucha gente, pero eso es lo que intuyo, lo que pienso, eso es lo que me dice mi conciencia. -Contestó el viejo profesor, y Sofía y Clío guardaron un profundo silencio, el cual fue roto por Sofía que preguntó:

  -¿Qué es lo que pasa con lo que hacemos, con lo que comprendemos, con la elevación de las conciencias?

  -Yo creo que se van acumulando en forma de memoria, de huellas, de consecuencias y de semillas, y siempre es la base sobre la que se sustenta toda presente, la base necesaria para cada paso hacia el futuro, y no me refiero sólo a lo que nos cuenta la Historia o podemos ver en nuestro mundo presente, sino a algo que es como si se almacenara en el Universo. -Contestó Clío. 

  -Es posible que sea como dices, y seguramente todo lo acumulado nos influye a todos de una forma misteriosa, pues lo hace a través de nuestro inconsciente. -Dijo Sofía. 

  -Tal vez sea así, tal vez sea de una forma parecida, pues al ser misterioso no se puede establecer como una ley del Universo, pero de todo esto lo que he llegado a comprender es que tenemos al flujo y al ritmo del Tao, tenemos una conciencia, tenemos unas vivencias, y todo eso lo tenemos en cada instante del presente, y creo que todo esto es lo necesario y yo aspiro a que me resulte suficiente. -Dijo el viejo profesor, y los tres guardaron silencio y se dedicaron  a observar la armonía que les rodeaba. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario