El pájaro, ante sus ojos tiene sus posibilidades,
a su espalda sus rechazos. En su interior tiene los medios para la comprensión y para la aceptación.
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Unas posibilidades nos producen esperanzas. Otras nos producen temores y por lo tanto las rechazamos.
Rechazar significa combatir, y al combatir despreciamos u odiamos la verdad que pueda contener aquello a lo que rechazamos.
Combatir significa también intentar impedir que muchas cosas se desarrollen, muchas de las cuales son cosas que forman parte del flujo natural.
Combatir significa que optamos por la vía de intentar imponer nuestro poder sobre las cosas, poder con el que esperamos acabar con nuestros temores. Pero combatir significa también que rechazamos seguir la vía de la aceptación y de la armonía, la cual tiene la capacidad para acabar con nuestros temores sin tener que pagar el precio del combate, aunque requiere sabiduría y aceptación. De todas maneras, para la mayoría de los seres humanos parece que es más fácil combatir que adquirir sabiduría y aceptación.
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