Puede hablarse de muchos tipos de soledad, y puede hablarse de diferentes medios para evitar o para escapar a las soledades dolorosas y buscar las compañías que nos dan sus afectos, ayudas, protecciones, y todas las compañías placenteras que aumentan nuestros conocimientos.
Pero en todos nosotros siempre hay una soledad de fondo, una soledad perenne. Aunque ésta soledad quede oculta, acallada, por los afanes, las agitaciones, los ruidos, las experiencias y las creencias, siempre encuentra la manera de manifestarse en nuestro interior, y cada uno de nosotros siempre acaba por notarla, aunque le ponga diversos nombres, aunque no siempre vea todas sus características, y no siempre la acepte. Pero falsearla, rechazarla o ignorala no le quita su energía:
¿Cómo la usamos?
¿Cómo la vivimos?
¿Cómo se manifiesta en nosotros?
¿Cómo la manifestamos hacia afuera?
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