Cuando respetamos la forma de vida de los demás, contribuimos a su libertad y aumentamos la nuestra.
Cuando los demás no respetan nuestra forma de vida, tenemos que defenderla, y para ello tenemos que ponerles límites.
Cuando las personas que pretenden dominar y controlar a los demás se encuentran con límites, una de las conclusiones a las que pueden llegar es que las cosas importantes sólo se alcanzan a través de las relaciones en libertad.
Todos necesitamos ayudas, y eso significa que todos tenemos que ayudar. Cuando quien ayuda no pide nada a cambio, está respetando la forma de vida del ayudado, y además, de su propia libertad siente satisfacciones al ayudar.
La dificultad con la que nos encontramos es que necesitamos un tiempo para comprender, y para quitar leña del fuego de nuestro ego, el cual con frecuencia siente miedo ante la libertad de los demás, e incluso ante la propia, y pretende dominar, o ser recompensado.
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