La unión natural y armónica de la creatividad y de la receptividad produce frutos nutritivos, tanto materiales como en nuestro interior, unos frutos que en sí mismos ya nos producen unas enormes satisfaccioones y que las culminan cuando los compartirmos con nuestros seres queridos, con nuestros amigos o con aquellas personas con las que tenemos afinidad, pes además, al compartir es cuando los frutos propagan su fertilidad.
La alegría de compartir, placentera y libremente, con los demás aquello que hemos creado, aquellos frutos que hemos cultivado con nuestras manos y en nuestro interior, es uno de los aspectos más importantes de la vida humana, pues enriquece a todos los que comparten, y es también un acto amoroso, un acto en el que damos y recibimos amor, un amor que nos produce satisfacciones, placeres, pensamientos y sentimientos elevados, y todo ello como el producito libre nosotros mismos, un producto que sólo requiere que dentro de nosotros exista el impulso, el estímulo, para la creatividad, para la receptividad y para compartir.
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