Cuando no armonizamos con lo natural,
para conseguir lo necesario y lo deseado,
tenemos que dominar.
Dominar es forzar, y por ello pagamos unos precios más o menos altos, en esfuerzos, en sacrificios, en luchas, en conflictos, en desequilibrios, y dejamos unas consecuencias más o menos destructivas o dolorosas.
Así, unas veces no podemos conseguir los éxitos, las satisfacciones, el bienestar, la seguridad, y cuando los conseguimos, unas veces sus efectos duran poco tiempo, y otras no nos resultan suficientes.
A pesar de todo lo cual,
la gran mayoría de los seres humanos,
siguen empeñados en dominar.
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