Mientras la liberación y la armonía no llegan, y cuando los placeres, los refugios, las evasiones, no bastan, o cuando los peligros acechan, una de las cosas que buscamos son las ayudas.
Cuando se trata de nuestras necesidades de supervivencia, con cierta frecuencia necesitamos las ayudas de la sociedad o de los demás, pues sin esas ayudas no podríamos sobrevivir. Ahora bien, para que la sociedad funcione mínimamente bien necesitamos respetar las normas de convivencia y aportar algo que pueda servir de ayuda a los demás.
Cuando se trata de ayuda para conseguir deseos, esperanzas, ilusiones, con frecuencia recurrimos a la ayuda de los demás. Para conseguir esa ayuda, unas veces nos sometemos al poder o a la voluntad de los demás, y otras veces les sometemos a ellos. Pero sea cual sea el tipo de relación, siempre nos atamos a lo que esperamos conseguir, a lo conseguido, y a los medios utilizados para conseguirlo.
Cuando se trata de vivir con lo que somos, la ayuda de los demás no resulta imprescindible, sin embargo, cuando vivir como deseamos nos produce dolor, nos viene muy bien la ayuda emocional o sabia de los demás, sobre todo cuando es desinteresada, o sinceramente amorosa y compasiva. Sin embargo, cuando nos mostramos generosos y comprensivos con los demás, éstos están más dispuestos a ayudarnos. Para recibir hay que dar algo a cambio, aunque quien lo da no haga cuentas ni presente saldos a favor o en contra.
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