A quienes no nos comprenden, nuestras palabras nunca les convencen, siempre les molestan y a veces les enfurecen.
A quienes nos comprenden, su compresión debería resultarnos suficiente, y así, dejarles que hagan lo que les satisfaga y que en ello no interfieran nuestras palabras.
Silencios sabios, los que nunca crean conflictos ni nos producen frustraciones, dejando así el camino abierto a las hondas satisfacciones.
Sólo los silencios son barrera contra las perturbaciones y las agitaciones. Sólo los silencios aprovechan armónicamente la energía de las naturales tensiones.
Sólo los silencios y los sonidos naturales nos serenan.
Sólo la serenidad nos hace libres y sabios.
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