Me he encontrado en una situación en la que poro motivos de salud he necesitado ayuda sanitaria y también he sentido la necesidad del afecto de los demás.
Esto me ha llevado a reflexionar en que, el Hombre, en tanto que dominado por sus deseos particulares, en tanto que rebaño, o en tanto que defensor de unas creencias, no tiene remedio, pues para conseguir sus deseos es capaz de cualquier crueldad, de cualquier atrocidad, de provocar cualquier conflicto, de causas cualquier destrucción, de provocar cualquier dolor.
Sin embargo, cuando el individuo no se deja llevar por sus deseos particulares, ni por la dinámica del rebaño, por la dinámica del grupo defensor de las mismas creencias, aflora su bondad, su generosidad, sus afectos, y eso le lleva a ayudar sin buscar nada a cambio, llevado sólo por sus afectos hacia aquel que necesita su ayuda, y es solamente entonces cuando sale su verdadera grandeza humana.
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