lunes, 31 de octubre de 2016

DISYUNTIVA



    Sara, Iván, Adrián y Marta eran cuatro estudiantes de filosofía que se reunían frecuentemente para hablar de filosofía apasionadamente. 

  Ese día estaban debatiendo acerca de política. Sara defendía que era mejor el partido del Conejo, e Iván decía que era mejor el partido de la Rata. Ambos utilizaban unos argumentos muy bien elaborados, diciendo que su respectivo partido era el mejor a la hora de que los ciudadanos consiguieran sus deseos, sus necesidades y sus derechos. Como no había acuerdo posible, Sara se dirigió hacia Adrián y hacia Marta, que habían guardado silencio durante el debate, y les preguntó:

  -¿Vosotros que opináis?

  Adrián habló el primero y dijo: 

  -Los dos tenéis razón en algunas cosas, pues ambos partidos tienen cosas buenas y cosas malas, y que ambos podrían facilitar unas cosas e impedir otras a los ciudadanos, y que ninguno de los dos por sí sólo solucionaría los problemas de la mayoría. 

  Tras estas palabras de Adrián, Marta hizo la siguiente reflexión:

  -Lo que decís los tres es desde el supuesto de que lo único que importa es conseguir los deseos. Si vuestro objetivo y el de la sociedad fuera el de alcanzar la libertad interior del individuo, este debate no tendría ningún sentido. 

  -Continúa, por favor -pidió Sara. 

 -El debate debería centrarse en la disyuntiva en la que se mueve el Ser Humano: Por un lado, conseguir lo que desea, y por el otro alcanzar la libertad interior. Esto es lo que causa las tensiones internas en el individuo, sus contradicciones, su sufrimiento, y por lo tanto, es en la resolución de esta disyuntiva donde podremos hallar las soluciones, es decir, la liberación interior del individuo.

  -Pero eso que dices no soluciona los problemas sociales, estos problemas hay que resolverlos mediante las luchas políticas. -Argumentó Iván.

  A esto, Marta respondió diciendo: 

  -La sociedad está formada por individuos, y cada sociedad es el resultado de los niveles de conciencia de los individuos que la forman. Mientras estos niveles no cambien, ninguna lucha política resolverá los problemas sociales, y mucho menos los problemas vitales del individuo. 


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