Somos flores silvestres,
pero vivimos en jardines.
Cada cual prefiere el suyo,
y hacemos de jardineros
los unos de los otros.
Somos flores silvestres,
pero vivimos en jardines.
Cada cual prefiere el suyo,
y hacemos de jardineros
los unos de los otros.
Admirada, deseada, cultivada,
cuidada, poseída, protegida...
Pero con el tiempo,
también se aja,
y su lugar lo ocupa otra más lozana,
o una nueva y efímera esperanza...
La realidad que percibimos,
siempre es incompleta,
pero podemos deducir e intuir,
sus bases ciertas,
y volar y posarnos,
orientados por ellas.
Cree porque lo ve
como un medio para tener
y para subir más alto.
De esa creencia, inseparables, emergen:
Los poderosos.
Los sometidos.
Los ambiciosos.
Los resultados nos afectan a todos.
¿Qué pueden hacer los que no creen?
Existen muchas sendas,
pero hay que comprender y aceptar,
como se puede volar y caminar por ellas.
Sin creencias,
y por ello libres, sencillas, serenas,
vuelan, se posan, se alimentan,.....
Cuando al fuego del ego le quitamos leña,
va luciendo la conciencia.
Sólo el ego tiene sombras internas,
a veces las justifica,
a veces se avergüerza,
y todas de mil maneras
sostienen a sus creencias.
Cuando no llegan los cambios esperados.
Cuando no llega lo que creemos necesitar.
¿Qué es lo que necesitamos comprender y aceptar?
Cuando llegan las respuestas,
necesitamos liberarnos de interferencias
para poder guiarnos por ellas.
Cuando no nos liberamos de las inteferencias,
¿Qué es lo que necesitamos?
Mientras no somos sabios,
siempre necesitamos algo.
En las relaciones con los demás:
damos algo,
recibimos algo,
buscamos algo.
¿Existen maneras
de que todos ganemos
con con los intercambios?
Hay quienes son creyentes,
hay quienes son listos,
hay quienes son generosos,
hay quienes son libres,
hay quienes son sabios.
Y de aquellos
con los que no nos identificamos,
todos tenemos un poco.
En las visiones de nuestro ego:
Tenemos unas necesidades y unos deseos.
Tenemos unas ignorancias y unos conocimientos.
Tenemos unas dificultades y unas capacidades.
En todas las relaciones que mantenemos,
nos creemos lo más importante,
y nos vemos como el centro.
También tenemos
nuestro mundo interno.
Dentro, fuera,....
y lo que nos muestra la conciencia.
Tanto cuando somos emisores,
como cuando somos receptores,
de mil maneras se mezclan,
la realidad de lo que somos,
con el mundo que anhelamos.
Las cosechas alimentan,
los ciclos se completan,
y a través de las semillas,
la vida se renueva.
Nacemos,
cultivamos,
aprendemos algo,
producimos y obtenemos resultados....
...Y también tiene consecuencias
para lo que dentro llevamos,
aquello que sentimos y pensamos,
cuando miramos a los seres alados.
Las alas que se desplegan.
Las receptividades que se abren.
las sencilleces que serenan.
Las flexibilidades que se adaptan.
Lo que a lo natural acepta.
El pájaro en el suelo,
tiene la opción de levantar el vuelo.
Los seres humanos nos movemos,
entre las realidades y los sueños.
Para ver con claridad,
¿Qué opciones tenemos?
...Mirando al Cielo,
con las raíces en el suelo,
y pretando atención
a lo que llevamos dentro.
Se nos oculta lo que aún ignoramos,
y el Misterio,
y está aquello que creemos.
Cuanto más las usamos para informarnos,
como placer y espectáculo,
menos comprendemos.
Por ello,
sólo cuando están apagadas,
podemos ver lo que les rodea,
y sólo entonces,
aunque la primera realidad nos decepcione,
las comprensiones pueden ser claras.