domingo, 4 de septiembre de 2016
"BUENOS", "MALOS" Y LIBRES
Para la gran mayoría de las personas lo más importante es conseguir sus deseos. En estos momentos, los principales deseos son de bienes materiales, de placeres y de sentirse amados.
Todo el mundo dice valorar mucho la libertad, pero la gran mayoría usa la libertad de la que dispone para conseguir los deseos que hemos visto en el párrafo anterior, lo cual hace que se esclavicen a esos deseos.
Los deseos son casi siempre mayores que las posibilidades de conseguirlos, y esto lleva a los conflictos. Otras veces hay deseos opuestos, lo cual también lleva a los conflictos.
Los conflictos siempre producen una gran variedad de dolor y de sufrimiento y además reducen el amor y aumentan el odio y la crueldad.
Ante los efectos dolorosos producidos por los conflictos, surge la necesidad social de la moralidad. La cual se usa de dos maneras: Una para reducir los daños producidos por los conflictos, y la otra para justificar los propios deseos y todo aquello que hacemos para conseguirlos.
Sobre la moralidad, sobre la ética, sobre el "Bien" y sobre el "Mal" se ha dicho, escrito y teorizado infinidad de cosas, pero en la práctica, todo queda reducido a algo muy simple:
* Se considera "bueno" a aquel que nos facilita nuestros deseos o que nos ayuda cuando lo necesitamos. Al "bueno" se le quiere en proporción al placer y a la ayuda que nos da.
* Se considera "malo" a aquel que nos pone dificultades a la hora de conseguir nuestros deseos, o nos causa dolor. Al "malo" se le castiga en proporción
Las personas libres son aquellas que no están esclavizadas a sus deseos, son aquellas que usan la libertad de la que disponen para desarrollar sus potenciales naturales, para cultivar su mundo interior, y son también aquellas que no renuncian a su libertad por satisfacer a los deseos de los demás y que sólo ayudan cuando realmente es un caso de verdadera necesidad.
A las personas libres se les presiona para que ayuden, para que faciliten los deseos, para que se sumen a las creencias dominantes, pero no se les premia por ser libres, y casi nadie quiere imitarles, y a veces son despreciados, odiados e incluso perseguidos.
El deseo esclaviza y causa dolor, reduce el amor y aumenta el odio. Pero mientras se valore mucho
más el deseo que la libertad, la libertad no será posible, pero tampoco lo serán el amor y los valores morales. Sólo se ama desde la libertad, la tierra y el espíritu donde reina la libertad no son propicios para que nazcan los conflictos.
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