Cuando comprendemos algo,
aceptarlo es el siguiente vuelo,
el siguiente paso.
¿Quién sabe cómo darlos?
Pero al que comprende siempre le queda:
Seguir viviendo, caminando, volando,
por los espacios y por las sendas,
en las que su nivel de conciencia,
y su naturaleza,
mejor se reflejan.
El horizonte como orientación,
siempre lejano,
la senda de cada día, de cada intuición,
vuelo a vuelo, paso a paso,
de ida, y cuando regresamos.
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