Influimos con nuestra presencia, con lo que hacemos, con lo que decimos, con los silencios.
Cuando lo que hacemos no tiene intenciones hacia los demás, unas veces nos encontramos con que los demás se sienten ayudados, y otras veces dañados. En éstas situaciones se produce una tensión entre nuestra libertad y lo que nos piden los demás.
Cuando lo que hacemos tiene intenciones hacia los demás, éstas pueden ser de los siguientes tipos:
*Que hagan lo que deseamos.
*Ayudarles a que se liberen de sus sufrimientos.
*Ayudarles a que consigan sus deseos.
*Enseñarles a que descubran por sí mismos
lo que son.
Pocas veces somos conscientes de como influimos en los demás, pues además, la misma influencia produce reacciones diferentes.
No siempre sabemos distinguir entre nuestras intenciones cuando queremos influir.
Pero cuando somos conscientes y cuando distinguimos, vemos claramente lo que somos.
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