lunes, 26 de diciembre de 2016

EXTRAVIADOS, PENSADORES Y SABIOS



      Extraviado es aquel al que dominan sus deseos, sus emociones y sus creencias. Muy pocas veces piensa en las causas y en las consecuencias de las cosas, y cuando piensa, sus deseos, sus emociones y sus creencias le producen conclusiones distorsionadas y erróneas. Además, casi nunca piensa en las consecuencias que para él y para los demás tienen sus actos, y cuando lo hace se justifica a sí mismo y culpa de todo a los demás.

    Cuando el extraviado actúa individualmente, siempre es frenado por los demás, y a veces también por su propia moralidad, de tal manera que sólo se hace daño a sí mismo a unos pocos que le rodean. 

    Cuando el extraviado se une a otros extraviados en torno a una creencia común, este grupo se vuelve muy peligroso para el conjunto de la sociedad. En estos casos sólo hay dos límites a sus actos: Los valores morales y la fuerza del resto de la sociedad.

    La mayoría de los valores morales son derrotados casi siempre por las creencias, con lo cual sólo el resto de la sociedad puede frenar a un grupo organizado de extraviados. Cuando cualquier grupo se adueña de la sociedad se acaban las libertades y la sociedad es arrastrada a la locura y a la tragedia. 

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   El pensador primero fue un extraviado, pero llevado por las consecuencias dolorosas de sus extravíos o de los extravíos ajenos, empezó a usar la razón para averiguar las causas y para prever las consecuencias. El pensador puede equivocarse algunas veces en sus juicios y en las soluciones que propone, pero la mayoría de las veces está en lo cierto.

   El pensador tiene dos debilidades. La primera es el peso que aún siguen teniendo en él sus deseos, sus emociones y sus creencias. La segunda es que sus juicios y las soluciones que defiende se quedan en el nivel de la razón y ésta tiene poca fuerza, poca energía, a la hora de poner en práctica aquello que el pensador considera que es lo más adecuado.

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  El sabio es un pensador evolucionado. El sabio comienza a serlo cuando empieza a buscar en los siguientes caminos: 

   El primero es escuchar a su conciencia, a esa conciencia que está más honda que la razón y que los valores morales y éticos. 

  El segundo es usar la sabiduría de los sabios anteriores no como una doctrina o creencia, sino como un mapa y una inspiración. 

  El tercero es buscar la sabiduría en todo lo que muestran el Universo y la Naturaleza. 

   Pero el sabio no es un sabio completo hasta que no se ha liberado del todo de sus aspectos de extraviado y de pensador, y hasta que sus actos no salen de él de forma totalmente espontánea, es decir, sin tener que hacer ningún esfuerzo. 

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