viernes, 27 de julio de 2018

OCÉANO


    Estamos atrapados en nuestros muchos afanes, en todas nuestras tácticas, estrategias y herramientas para conseguirlos. Unas veces estamos atrapados en nuestras creencias de que podemos dirigir nuestra vida o construir mundos mejores con nuestras buenas intenciones y con nuestras capacidades, con nuestra voluntad, o siguiendo las mejores sendas. Otras veces estamos atrapados por el pensamiento contrario: ¡los obstáculos no nos permiten vivir como anhelamos ni cambiar o crear lo que deseamos!

    Unas veces ponemos la atención en lo interno, otras veces en lo externo, unas veces en el amor y otras en la libertad, pero al estar atrapados no nos fijamos en el conjunto de las relaciones entre todo lo que somos y todo lo que nos rodea, y no parece importarnos. Creemos que somos seres únicos, especiales, que unas veces estamos en paz y otras en guerra con nosotros mismos o con lo que nos rodea, pero nunca identificados con la dinámica de esas relaciones. Nos creemos libres y amos, o víctimas y dominados, o rebeldes luchando por lo soñado. 



  Tantas cosa nos creemos, tantos afanes tenemos, pero somos gotas de agua en un río que se dirige al Océano. Nos empujan y empujamos, nos rozan y rozamos, pero no nos fundimos con nadie pues siempre nos vemos como extraños. Y el río sigue su curso interactuando con las laderas, con los bosques y con los valles, rápido o sosegado, recto o creando meandros, pero cada gota siempre llega al Océano.



     Amoroso, invita a todo ser por igual a gozar de sus playas, a nadarlo, a bucearlo, a navegarlo, a volarlo, peo sólo ÉL, siguiendo sólo a su Naturaleza, crea las corrientes y los vientos, las tormentas y las calmas, las nubes y los claros. 


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