La luz y la sombra son inseparables, son opuestos complementarios, ambas son igualmente necesarias.
Pero la mayoría de los seres humanos, sin atender a este hecho natural, desea que la luz derrote y elimine a la sombra.
Estas personas, a la luz la llaman el "Bien", y a la sombra la llaman el "Mal".
Son luchadores esclavos de un afán imposible,
y por eso van de derrota en derrota, siempre frustrados, siempre insatisfechos.
Sin embargo, tanta derrota no les hace rectificar en su empeño y, en vez de aceptar que donde hay luz hay sombra, siguen creyendo tercamente que se trata de poner más energía en la lucha.
La ignorancia de como son y suceden las cosas es siempre causas de tragedias.
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