Hijos de las potencias
de lo igualmente necesario,
de armonía de los elementos
y del tiempo.
Reserva de alimentos,
fuente de energía,
y con semillas,
para continuar
y renovar la vida.
Los frutos de la observación receptiva,
nutren sin distinciones ni condiciones,
a quien los cultiva y los comparte,
y a quien los recibe con espontánea alegría.
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