Arrancado por el vendaval fiero,
y troceado por la afilada sierra,
su tronco llora lágrimas de resina,
y nos muestra los círculos de su destino,
él, que fuera fiel amigo,
sombra y cobijo del pájaro, de la ardilla,
del paseante en su camino.
Frente a los naturales elementos
se nutrió y ase adaptó a ellos,
y frente a sus fuerzas adversas
fue recto, alto pero sencillo,
y ahora, abatido en tierra
nos muestra su buena madera.
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