Dos cabras de buena leche,
mientras rumiaban
charlaban animadamente:
-Hay que ver, compañera,
que teniendo la verde y llana pradera,
subamos al monte más pelado y agreste.
-Ya lo ves, camarada,
nos esforzamos, corremos los riesgos,
para ser admiradas por las ovejas.
-Y otra cosa, compañera,
si tenemos duros y afilados los cuernos,
¿por qué somos sumisas con el cabrero?
-No es cordura lo que nos falta,
pues una fría cuadra en invierno,
y nos dejan sin leche y sin queso.
Tras subir un repecho
y mordisquear un helecho,
se dicen, con ojos serenos
y aire consciente:
-Hay que ver, compañera,
ninguna locura nos viene a la mente,
¿te imaginas ser como la gente?
-Entonces las más grandes haríamos,
y a costa del dolor ajeno, presumiríamos,
de grandes y de valientes.
Que lo que la vida
en su fluir me regale,
me resulte suficiente,
que lo que me niegue
me resulte inevitable,
que lo que me quite
me resulte aceptable,
que mi escasez
la frustración y la ambición me evite,
que mi abundancia
a compartir me invite.
Que mi dolor
del error me aleje,
que mi placer
a la sencillez me acerque,
que mi soledad
de quietud me colme,
que mi libertad
me ensanche y me profundice,
que mi dar sea multiplicar
y a mi desconfianza razones le reste,
que mi sumar divida con equidad,
que cada alba
mis potenciales energice,
que cada noche,
alegre, el sueño me visite.
Vida,
lo que mi debilidad te pida
no me lo des,
a cambio enséñame,
haciendo a mi horizonte visible,
a mis pies firmes,
a mi mente flexible,
tranquilas a mis emociones
y a mi conciencia receptiva.
Fidelidad con uno mismo
y aceptación del devenir natural,
todo lo demás
del sufrimiento es fuente y camino.
Al alba, vitales niños,
por la noche, ancianos cansados,
bajo las nubes, el sol y el viento,
sólo pies y caminos.
Caminos, tantos caminos,
pero siempre hay cimas más altas,
sólo atalayas y mapas,
nunca llega el objetivo.
Caminos llanos,
de cuesta arriba,
de recta línea,
curvos,
Caminos cortos para los anhelos hondos.
Piedras que ruedan,
piedras en las que vuelves a tropezar,
piedras en las que descansas,
son las piedras que te enseñan.
Caminos soleados
y con sombras,
son lo que proyectas,
y son tus errados pasos.
Sólo pies y caminos,
siempre incierto el destino,
ver, sentir, tal vez madurar,
sólo es segura la escuela del caminar.