La vida primaveral de un pajarillo libre se posa sobre la rama de un árbol muerto.
La vida primaveral de un pajarillo que aún no puede volar yace truncada prematuramente sobre el duro y negro asfalto urbano.
Este es también el flujo natural de la vida y también el que más nos cuesta aceptar. Debido a esta falta de aceptación, la mayoría de las personas buscan el poder y el control sobre la naturaleza, sobre las demás personas y la mayor riqueza posible. Así, esta falta de aceptación es la causa real y última de toda la destrucción medioambiental y del todo el sufrimiento humano.
El Hombre está empeñado en cubrir con con
cemento, asfalto y otras obras de urbanización,
toda la superficie del Planeta.
Las flores están empeñadas en recuperar
el espacio que el Hombre les está robando.
La PARADOJA de todo esto es que
para que el Hombre realmente gane,
las flores han de triunfar en este empeño.
Todo se vende y se cambia.
El que presenta su oferta
y el que hace su demanda,
siempre buscan la ganancia.
Unos creen que quien caro paga
es porque el vendedor le seduce y engaña.
Otros creen que si el vendedor gana
es porque el comprador demanda.
Hay quien dicen que hay timos y estafas,
hay quienes dicen que se hallan gangas.
Unos cobras y otros pagan,
pero todos insatisfechos se hallan.
Ni ofrece ni demanda,
el que a sí mismo se basta.
La luz y la sombra son inseparables, son opuestos complementarios, ambas son igualmente necesarias.
Pero la mayoría de los seres humanos, sin atender a este hecho natural, desea que la luz derrote y elimine a la sombra.
Estas personas, a la luz la llaman el "Bien", y a la sombra la llaman el "Mal".
Son luchadores esclavos de un afán imposible,
y por eso van de derrota en derrota, siempre frustrados, siempre insatisfechos.
Sin embargo, tanta derrota no les hace rectificar en su empeño y, en vez de aceptar que donde hay luz hay sombra, siguen creyendo tercamente que se trata de poner más energía en la lucha.
La ignorancia de como son y suceden las cosas es siempre causas de tragedias.
Cuando lo tierno, lo suave y lo flexible no se basan en la serenidad firme simbolizada por la encina, son solamente debilidad estéril, fragilidad frente a los vientos de la vida.
Las hojas de los brotes de las encinas tienen pequeñas espinas para defenderse de los herbívoros, sabe que la debilidad atrae a quienes quieren comérsela y que las espinas son disuasorias, pero no las usa para atacar. Así, cuando las hojas crecen fuera del alcance de los herbívoros dejan de tener espinas, pues ya no las necesitan.
La encina vive cientos de años, más que la mayoría de los árboles, llevando una vida sencilla, serena y firme, y a la vez sabiéndose defender.
Da frutos que alimentan a muchos animales,
y cuando el hombre la corta y la usa como leña, su calor es el de más intensidad y duración.
Agua de Mayo,
la más necesaria,
la más esperada,
la que de la flor saca al grano.
Comportamiento suicida
el de quien mal tiempo llama
a todos los días de lluvia,
ciego que no ve las bases de la vida.
Unos creen y proclaman,
que el amor es la mayor fuerza y esperanza,
que todo lo cura, que a nadie daña,
que sólo amando, feliz está el alma.
Otros creen y proclaman,
que la libertad colma todo sueño y esperanza,
que es de la felicidad, camino y causa,
y por su amor, a su lucha se atan.
Los primeros, condiciones ponen a los que aman. Quienes en los segundos ponen sus esperanzas,
de ellos dependen y a ellos se atan.
¡Felicidad, cómo creas todas las trampas!
Quienes de la felicidad escapan,
ni el amor predican, ni por la libertad claman,
no dan lo que se les pide, de nadie son esperanza, y así son la mejor ayuda y las mejores alas.
